Federico García Lorca



                   Preludio


                     Las alamedas se van,
                   pero dejan su reflejo.
                   
                     Las alamedas se van,
                   pero nos dejan el viento.
                   
                     El viento está amortajado
                   a lo largo bajo el cielo.
                   
                     Pero ha dejado flotando
                   sobre los ríos sus ecos.
                   
                     El mundo de las luciérnagas
                   ha invadido mis recuerdos.
                   
                     Y un corazón diminuto
                   me va brotando en los dedos.

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