Rafael Alberti



                   Los campesinos


                   Se ven marchando, duros, color de la corteza 
                   que la agresión del hacha repele y no se inmuta. 
                   Como los pedernales, sombría cabeza, 
                   pero lumbre en su sueño de cáscara de fruta. 

                   Huelen los capotones a corderos mojados, 
                   que forra un mal sabor a sacos de patatas, 
                   uncido a los estiércoles y fangales pegados 
                   en las cansinas botas más rígidas que patas. 

                   Sonando a obscura tropa de mulos insistentes, 
                   que rebasan las calles e impiden las aceras, 
                   van los hombres del campo como inmensas simientes 
                   a sembrarse en los hondos surcos de las trincheras. 

                   Muchos no saben nada. Mas con la certidumbre 
                   del que corre al asalto de una estrella ofrecida, 
                   de sol a sol trabajan en la nueva costumbre 
                   de matar a la muerte, para ganar la vida.


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